El espacio que recorre la manecilla

Desde que tengo memoría he tenido una fijación por el tiempo. Pocas cosas me parecen más fascinantes que un reloj análogo. La representación visual del tiempo, de un minuto, una hora y un día a la vez. Es un orden perfecto y casi mágico. 

Desde niño, mis padres siempre me compraron relojes de mano. En general todos eran análogos, solo tuve uno digital. El reloj en mi muñeca izquierda es parte de lo que soy, parte de mi cuerpo. Por eso conservo la mayoría.

Siempre he ocupado relojes que puedan no quitarse nunca y generalmente terminan rayados o rotos. Para mí, ellos representan mi historia. Son mi biografía. De alguna manera también son una representación de mi estado emocional. Relojes cómplices y ángeles guardianes. 

Isabel, mi actual pareja y esposa, un día me regaló este reloj diciéndome “te regalo todo el tiempo del mundo”. Esa frase tiene múltiples significados para mí y es de los mejores regalos que he recibido en mi vida.

Todo lo anterior es curioso por mi elección de profesión: soy editor de cine. Me dedico, como diría el querido Tarkovsky, a esculpir el tiempo. Trabajo acomodando imágenes y sonidos en una línea de tiempo para que juntos cuenten una historia. Básicamente estoy sentado todo el día observando imágenes, observando el tiempo.

Verán queridxs lectores, lo más extraño de todo esto es que mi nombre es Horacio. Este nombre viene de la antigua Grecia y está relacionado con la hora, el tiempo y las estaciones. Tiene significados como El guardián del tiempo o Aquel que observa pasar las horas. Siempre me ha gustado eso.

En la mitología griega existen dos dioses del tiempo: Cronos y Kairós. El primero es el dios del tiempo cronológico y fue encerrado por su hijo, Zeus. El segundo, Kairós, es el dios de lo vivido, de los instantes y las experiencias valiosas. Se le asocia con el momento oportuno o con eventos importantes. La diferencia es que Cronos es cuantitativo y Kairós es cualitativo.

Esto me llamó la atención porque en los últimos años he repensado mi idea de la vida y del cine. La vida no es más que tiempo y lo valioso de la vida es usar ese tiempo en experiencias preciadas. Esto no tiene nada que ver con lo material, puede ser un viaje, un romace, una comida, una fiesta, una buena plática o hasta un simple cruce de miradas. Todxs pasamos nuestros días en busca de experiencias valiosas porque son ellas las que nos hacen sentir que la vida tiene sentido. Es lo que recordamos y lo que valoramos. En ese sentido, el cine es para mí la posibilidad de una experiencia de vida. 

Una película dura aproximadamente 90 minutos del tiempo del espectador. Ese tiempo es lo más valioso que existe pues, como ya dije, es todo lo que tenemos y se agota cada vez que avanza la manecilla del reloj. El cine no es un objeto, es una experiencia. Una gran película puede ser tan valiosa como cualquier otra experiencia de vida. Ahí recae su valor. Por lo mismo creo que debemos ser respetuosos con nuestro espectador y su tiempo. 

Ese tiempo es vida y debemos cuidarlo ante todo.

No creo en el destino pero de alguna manera todo esto tiene sentido: el nombre que mis padres me pusieron, mis relojes, el tiempo que me regaló Isabel, la profesión que elegí y el espacio que recorre la manecilla. Es mi vida, el tiempo del cine y el tiempo de Kairós.

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